Ante nosotros tenemos esta pequeña disyuntiva que no nos hace decidir sobre la voluntad de un niño al querer sentir la dimensión de un hermoso cuento y que lo transportara a ese mundo mágico de la lectura.
¿Contar el cuento o leer el cuento?
La respuesta es que hay que contar el cuento y a la vez hay que leer el cuento. Cuando leemos el cuento, estamos también compartiendo la fuente de lectura. Que el niño vea que hay un libro y que de ese libro pueden surgir todas estas historias interesantes.
Ahora habrá que hacer una lectura expresiva, no una lectura plana que no tenga intenciones ni deseos de hacer sentir la realidad del cuento. Es importante siempre compartir el sentimiento del libro, la lectura, la mirada y el timbre de voz.
Ya sea cuentos de Disney o fábulas escogidas de Esópo, en narrador o cuenta cuentos tendrá la responsabilidad de hacer llegar la historia al niño lo más transparente posible.
Si se cumplió el objetivo de la lectura del cuento, los chicos después irán a las bibliotecas y naturalmente empezarán a tomar otros libros por pura curiosidad. Esto lo harán para buscar sus propias historias o las historias que les puedan interesar. Si son un poco más científicos, pueden ponerlos a leer sobre la Distancia de la tierra al sol.
Cuando leemos un libro es importante hacer previos ensayos del texto antes de la presentación de su lectura. Para que la lectura sea fluida y no se vayan creando incómodas interferencias cuando tratemos de llegar a los niños. La lectura tiene que ser limpia y clara para su mejor entendimiento.
Porque siempre deberemos tener en cuenta que si los niños están atentos a la lectura del cuento, si los niños no están disfrutando o están incómodos por alguna razón o posiblemente igual ya se han dormido porque estamos leyendo mal y se empiezan a cansar.
La otra parte interesante será contar el cuento sin el libro, porque eso también nos posibilita de desplazarnos, movernos de un lugar a otro, gesticular y hacer una presentación más escénica y didáctica frente al grupo de niños.
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